No puede el Mediterráneo ver las cumbres nevadas de las sierras granadinas. Está muy lejos el mar de estas frías, desoladas y solitarias cumbres donde las nubes hacen juego con la nieve de las cumbres.
Nunca el brillo del mar podrá compararse con el gélido reflejo de esos lagos helados, escondidos en esas cuevas misteriosas y sombrías donde nada más se escucha los murciélagos volar y tu propio eco.
No puede la furia del oleaje tempestuoso y lleno de ira del mar contemplar cauteloso la serenidad, la quietud, la paz, la armonía y esos animales divinos solo encontrados en las frías montañas.
Damián Cmol, 3º de ESO B IES nº 1 Libertas