Nave a la deriva, rumbo desconocido, mar político embravecido, nadie quiere coger el timón, aunque la mayoría lo desea. Las olas de la crisis mundial golpean la embarcación sin piedad, curiosamente cuando más barato es el combustible.
Las ratas, mucho más inteligentes que los humanos, hace tiempo que abandonaron el barco. Un horizonte desconocido nos espera, en la lejanía los acantilados de la discordia nos acechan, necesitamos un golpe de timón, una mano firme, un capitán bravo, un caballero, un villano, quizá un titiritero, porque ¿qué somos en realidad sino marionetas en manos del destino? El pueblo llano, el común de los mortales, se pregunta ¿cuándo llegará nuestro salvador? ¿cuándo acabará la pobreza? ¿cuándo el abismo entre clases?.
Mientras algunos países queman cosechas y tiran la comida, otros gimen y suplican un trago de agua. Nunca hubo tanta riqueza en el mundo, pero siempre está mal repartida. Los niños mueren de hambre junto a hoteles de cinco estrellas y coches de lujo.
Hay personas que intentan ayudar, con su trabajo, con donativos, con sus oraciones, pero nada es suficiente. No estoy describiendo el tercer mundo, estoy describiendo nuestro hogar, esto ocurre en España.
Señores políticos tomen el mando, busquen soluciones, unan sus fuerzas, no para conseguir el poder, háganlo para salvar su país, su gente, sus paisanos, su familia, el futuro de sus hijos, salven su tierra, su mundo.
Tienen una magnífica oportunidad en las manos, no la desaprovechen, sus nietos se lo echarán en cara, quizá, espero que no, mañana, un lejano mañana, sean ellos los que lloren pidiendo justicia, los que desgarrados por el dolor, extiendan sus manos y no encuentren nada, ni comida, ni agua, solo polvo contaminado.
Jorge López Hernández