Personalmente lo tengo mucho más claro en un caso que en otro, aunque para ambos ésta es una pregunta demasiado genérica si no partimos de unos modelos en concreto. Así que vamos a tratar de razonar según antigüedad.
En el caso del Apple Watch, ésta es más bien poca o ausente. El producto cuenta con un primer modelo y una iteración que no ha supuesto grandes cambios con respecto al concepto original en cuanto a diseño (por no decir ninguno). Las principales novedades son de hecho las carencias que se apuntaron para aquel primer modelo de reloj inteligente según Apple y sí es cierto que la anhelada independencia del reloj con el móvil está algo más cerca con la incorporación del GPS y que la resistencia al agua es un plus importante.
¿Compensa pasar de uno a otro? A grandes rasgos no, salvo que tu fin sea llevar un smartwatch exclusivo de Apple para nadar y hayas pecado de impaciente comprando el primero a sabiendas que no era lo que buscabas. Aquí hablamos de una inversión menor de la que supone la compra de un smartphone, pero no dejan de ser 439 euros, y de renovar por diferencia de prestaciones, y no por rotura o por comprar de cero (es decir, no renovar). No hay cambios que repercutan en la interacción, y de hecho la última versión del sistema operativo es compatible con la primera edición del reloj. Es un buen primer Apple Watch, pero no el mejor segundo.
Quien decidió adquirir el reloj sin estas prestaciones asumió desde un principio las limitaciones y el uso que hará no dependerá del GPS o la resistencia al agua, supliéndolo o no con otros gadgets. En mi opinión, el cambio razonado merecería más motivos, quedando más bien en capricho.
El cambio del iPhone tiene algo más de discusión. Aquí hablamos de al menos seis modelos anteriores, siendo más distinto cuanto más antiguo. A priori, el cambio de un modelo inmediatamente anterior no compensa casi en ningún caso, salvo si siempre se había querido un tamaño “grande” de pantalla y se haya saltado de un 5s a un 6 Plus (son 0,8 pulgadas que se notan mucho sobre todo en cuanto a agarre, dado que los iPhone Plus son bastante menos compacto que la media de móviles de 5,5 pulgadas). O bien si la combinación de hardware determina una progresión de rendimiento tan evidente y abismal que la experiencia es notablemente distinta, aunque aquí es difícil ver eso cuando Apple es fiel a su renovación de procesador pero muy conservadora en cuanto a la adición de RAM (y ahora algo clasista con eso de dejar al “no Plus” con 2 GB de RAM y no con tres, como el 7 Plus).
¿Merece la pena pasar de un 6s/6s Plus a un 7/7 Plus? No, salvo que te sobre el dinero y te puedas permitir caprichos, claramente. Las diferencias son muy pequeñas, se notan pero no compensan ni justifican la inversión en un usuario medio. El 6s incorporó 3D Touch, uno de los cambios más importantes para iOS (aunque aún quede muchísimo para acabarlo de aprovechar y sacarle brillo), y si bien en este caso ha habido un cambio en la interacción del usuario con el nuevo botón Home, éste a efectos prácticos es un cambio bastante menor.
El rendimiento es mayor con el A10 Fusion y las cámaras han mejorado, aunque aquí esto se notará en el caso del pequeño sobre todo desde el iPhone 6 y en el caso del Plus si buscamos las funciones específicas que la doble lente aporta. ¿Cuándo pues estaría justificado o valdría la pena renovar nuestro teléfono por el iPhone 7 o 7 Plus? En mi opinión antes del cambio de interacción o incluso el de las pantallas, es decir, desde un 5s o un 6. Sobre todo porque el nacimiento del Plus sí supuso un plus (valga la redundancia) de batería, pero se ha mantenido en los tres Plus que ha habido con ligera mejora pero sin hacer el terminal más compacto. Eso sí, los rumores suenan cada vez más fuerte en cuanto a que el próximo será un iPhone muy distinto con motivo del décimo aniversario, especulando entre otras cosas con una desaparición del botón Home (o mejor dicho, integración), así que quizás prefieras tirar de paciencia aún teniendo un modelo de los citados.
Anna Martí de MAC TODAY