El arte de Israel Nicolás llega a las Jornadas de Ida y Vuelta

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Israel Nicolás es un artista incansable, nacido, engendrado y criado en Torrevieja. Sus exposiciones han rodado por toda la península, e incluso han cruzado el charco, llegando a México. A través de estas exposiciones, y de los premios ganados, Israel Nicolás ha logrado trascender el ámbito más cercano geográficamente y ahora sus diseños pueden verse hasta en los envoltorios de una marca de helados canadiense. Israel, al igual que otros excepcionales artistas “de aquí y de allá”, exhibirá su obra en la Sala de Exposiciones Vistalegre desde el 14 de julio. El acto de inauguración tendrá lugar a las 20:00 h con la actuación del trío “María Dalegría”.

¿Cómo has dado ese salto desde lo local?, ¿cómo consigues tus exposiciones?

La mayoría me las ofrecen; hay muchas que busco yo, pero siempre está el tema de la Ley de Murphy: Todo lo que buscas, te dicen que no. Pero siempre hay gente que te encuentra, que se interesa por ti y te lo ofrecen.

Háblanos sobre tu formación, sobre tu experiencia…

Lo que es empezar a dibujar lo llevo desde pequeño.

¿Cómo fue ese momento de coger el pincel y empezar a pintar?

Es un momento que no recuerdo porque vino conmigo, yo creo. Lo más antiguo que recuerdo era a mi padrino que vivía en Madrid, y siempre que venía de visita me traía libretas, bolis ―creo que en aquel entonces trabajaba en un banco―, y todas las hojas para rellenar por la parte de atrás me las traía para que dibujara, y tendría yo cuatro o cinco años.

Y te dirían: “Este chico tiene talento”…

(Risas) Tampoco te creas, eso fue más por parte de los profesores. Mis padres han sido más de los de “de esto no se vive”.

¿Da para vivir la pintura?

La verdad es que si trabajas, sí. La trampa en el tema de la pintura, y de vivir de ella, es que la mayoría de la gente que empezamos pensamos que con pintar un cuadro al mes, se puede vivir de esto. Y tienes que pintar un cuadro al día, o dos.

Y esto tiene mucho trabajo…

Sí, tiene mucho trabajo, pero “palos a gusto, no pican” (Risas)

El estilo que tienes de los bustos con esas cabezas más grandes, ¿de dónde nace?

Poco a poco. A base de estudiar y buscar un estilo propio, siempre intenté que fuera una cosa espontánea, no una cosa forzada, porque al final, siempre huele, esas cosas se notan. Entonces había la necesidad de hacer algo más personal, a base de estudiar: de estudiar pintores, estudiar técnicas, tipos de líneas, de abstracción, de interpretación del cuerpo humano… al final te quedas con lo que más te agrada. Yo siempre juego mucho con las figuras redondeadas, con las formas suaves, aunque deformadas. Siempre he tenido la sospecha de que es porque me recuerdan a mi madre: los pechos puntiagudos, las manos acolchadas, las caras regordetas, simpaticonas, todo eso viene de mi madre. No lo puedo negar.

¿A qué sitio te están llevando todas estas exposiciones, dónde estás yendo a parar?

Una cosa que aprendí en la Facultad de Bellas Artes es que no tengo que buscar un destino, no espero que el arte me lleve a ningún sitio. Al final hay tanta gente buena que pinta, tanto artista notorio, que intenté no marcarme un objetivo demasiado heavy para mí: primero porque no es bueno para mí, ni para mi obra. Cuando me fijo un objetivo competitivo, o de llegar a una meta, ya el acto de pintar se convierte en un objetivo en lugar de ser algo placentero, que es lo que me ayuda a mantenerme en el presente y a ver la realidad que veo de otra manera. Entonces voy a la deriva.

¿Pero qué ciudades has visitado, a dónde te ha llevado tu arte?

He expuesto en Torrevieja, el Alicante, en Murcia, en Altea, en Madrid, en México…

¿Qué tal por México?

Tiene sus luces y sus sombras. No es lo mismo irte de turista, que a buscarte la vida. Yo me fui a la aventura, no programé nada, no hablé con nadie. Lo que hice fue llegar y ver a qué galería iba, a qué museo iba, y qué conseguía.

¿Qué respuesta tuviste?

No fue fácil porque, al igual que en todos lados, hay gente que te intenta engañar; la vida del artista es un poco así, a la hora de negociar con otra gente siempre te encuentras con personas que intentan sacarle un poco más de punta y de valor a las cosas. Entonces tengo la suerte de que soy una persona que siempre estoy muy pendiente de mi obra, y los pillo enseguida (Risas). Cuando ves que no combina lo que ves con lo que te dicen, cuando ves que tardan en venderlos, porque estos son cuadros que se venden muy rápido, ahí es que hay algo que no cuadra. Ya es cuando te acercas, miras, siempre hay un dependiente que no te conoce, y ves todo y te das cuenta. Como te digo, hay cosas buenas y cosas malas: lo bueno es que me vine con objetivos cumplidos, hice mi exposición en el Museo de Cozumel, frente Playa de Carmen, dejé obra en un galería y regresé, y seguí mi camino por aquí, y aquí me va bien, me gusta mi pueblo, me gusta mi tierra…

Y aquí eres una especie de “hijo predilecto”…

Sí, más o menos. Hay cosas que pides y que te dan y otras que no, como todo el mundo, pero no suelo estar pendiente de esas cosas. Lo importante es tener un buen trabajo y que el resultado sea bueno y que tenga calidad, y luego ya eso se va colocando solo. Muchas veces sin tener la intención de colocar un cuadro, o una línea de cuadros, se van colocando solos. Al final te parecerá un disparate, pero cada cuadro tiene su vida ya preparada y yo sólo los traigo al mundo (Risas)

Como pequeñas criaturas. Llevo tiempo siguiéndote gracias a Facebook e Instagram…

Las redes sociales ayudan mucho, hoy en día te pueden ver en cualquier lado. Llevo trabajando unos meses para una empresa de Canadá, que está en Montreal, que es de helados ecológicos. Y me encontró la chica porque fue a México de vacaciones, estuvo en la galería, compró un cuadro, se puso en contacto, y al final no sabes de dónde te va a venir el trabajo. Las redes sociales ayudan mucho, con Facebook y con Instagram me ha salido muchísimo trabajo que jamás habría conseguido con una página web.

¿Qué tienes pensado aportar a estas Jornadas de Ida y Vuelta?

Pues a las primeras, que fueron el año pasado, no pude ir porque me pillaron fuera. Pero lo que quiero aportarle a estas Jornadas es una visión más poética y metafórica de lo que son las relaciones entre Cuba y Torrevieja. Siempre hay que meterle un poco de poesía a las cosas para embellecer la realidad.

¿Tienes algo ya preparado?, ¿se puede ver?

Sí, claro, lo tengo casi acabado. Tú lo puedes ver porque no hay cámaras (Risas). Me falta finiquitarle un par de detalles, sobre todo de la parte de abajo, pero lo que es la idea principal ya la tengo. Espero que guste, es algo diferente. Es una especie de alegoría, cuenta una historia. Siempre intento integrar lo que pinto ―aunque sea de una temática que no tiene que ver mucho conmigo―, intento hallarle el hilo conductor entre mi vida y ese suceso. Siempre hay algo en la vida de uno que te ayuda a reflejar algo que no es tuyo, y así el cuadro tiene una verdad más pura.

Israel Nicolás formará parte de la exposición colectiva «Amores de ida y vuelta», integrada por artistas cubanos, españoles y africanos en la sala de exposiciones Vista Alegre. La inauguración será el viernes 14 de julio a las 20 horas, y estará amenizado por el concierto del trio «María Dalegría».

Consulta toda la programación en: https://www.facebook.com/jornadasdeidayvuelta/

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