Entonces comprendí, que apenas quedaban restos de lo que un día fue corazón…
A cambio, dejaste un dolorido timón a la deriva de tu vera,
en este sueño de nácar,
en este inmenso ciclón de mares de plata,
donde mi cuerpo es navío y mis brazos velas blancas…
Donde el viento pasa de largo, contando historias de piratas…
Amanece azul la mañana y las aguas mansas…
Apenas dan tregua estos mares…
Ya casi desconocía la calma..
Soy el Capitan sin razón…
Voy sin víveres, sin sextante ni tripulación..
En mi puño derecho, apretado con fuerzas, llevo los restos de lo que un día fue corazón..
En el otro, una vieja foto en la que sonries…
donde tus ojos siguen siendo pecado y mirarlos maldición…
Donde tus labios son poesía y no besarlos morir de amor.
En mi vieja y desgastada camisa, a la altura del bolsillo izquierdo, llevo una Rosa que late como un corazón..que late por los dos..
Una Rosa Roja que no marchita,
se alimenta de mi propia sangre y de este sueño de nácar, donde sus pétalos palpitan..
Se alimenta de tu ausencia…
de tu sonrisa…
De todos tus recuerdos que en mi interior habitan.
Desde estos mares bravos y recios… enfurecidos…
Sujeto el timón con coraje y voluntad de hierro,
navegando perdido en este ciclón..
Surcando estas aguas fieras…
Todo a babor…
Rumbo a tus ojos…
Rumbo a tu vera….
Puede que lo consiga o puede que en el intento muera.
P.D.
Latitud y longitud desconocidas…
La piel cuarteada y el alma llena de heridas..
Una Rosa que lucha por seguir con vida..
Un loco lobo de mar, que persigue su sueño, a través de un infierno, de olas embravecidas.
Desde este viejo navío..
Frente a este dolorido timón..
Ya me despido preciosa…
Por siempre, tu Fiel Capitán sin Razón.
Autor: Pedro Liarte Perelló
