¿Por qué son importantes las rutinas en los más pequeños?

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Los hábitos y las rutinas conforman una parte muy importante de nuestra vida diaria, además, son primordiales en el desarrollo de los más pequeños. Se trata de acciones que nos facilitan la vida, puesto que sería muy difícil tener que planificar cada pequeña acción. Por ello, dichas acciones se automatizan, dejando espacio para pensar en cosas de mayor importancia.

A su vez, la repetición de los hábitos nos proporciona un sentimiento de seguridad que, junto a la capacidad de presión pueden sernos de utilidad en la mayoría de las situaciones a las que diariamente nos enfrentamos.

Por otra parte, los niños no nacen con unos hábitos preestablecidos, sino que éstos se desarrollan cuando se repiten una y otra vez. De esta forma, si se introducen buenos hábitos y rutinas en la vida diaria de los más pequeños, por ejemplo en las comidas, aseo, conductas, etc. a su vez se evitarán problemas en el establecimiento de límites y normas, reduciendo así la necesidad de castigo. Los niños necesitan seguir una rutina para sentirse seguros en su ambiente, por ello los hábitos repetitivos también ayudan a construir un equilibrio emocional, fundamental tanto para la vida escolar como para la familiar.

Por lo tanto, los principales beneficios que aportan las rutinas y hábitos son los siguientes:

  • Seguridad y tranquilidad
  • Bienestar, conocimiento y actitudes
  • Cierto control sobre la situación, además de autocontrol
  • Fomentan el sentido de responsabilidad y autonomía

De igual forma, son necesarios unos requisitos previos para la creación de hábitos y rutinas en los más pequeños, como la supervisión de la persona adulta para dirigir la conducta, equilibrio y estabilidad para que se repitan siempre las acciones de forma similar, etc.

A la hora de establecer hábitos, es importante incorporarlos desde edades muy tempranas. En un inicio será positivo ayudar al niño a realizar las rutinas para que luego comience a realizarlos solo. La clave es la constancia, la paciencia y la repetición. En algunas ocasiones, sin embargo, debemos ser flexibles y adaptar las rutinas a las necesidades del niño, sobre todo a medida que vaya creciendo, ya que sus actividades y horarios pueden ir cambiando.

Patricia Peña Casquero, Psicóloga Infanto-Juvenil CV-13613

Psicóloga de La Casita Bilingual School

  www.lacasitabilingual.com

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