En una lejana tribu vivía una joven cuyo deseo más íntimo era ser chamán.
- No buscó a los ancianos de la tribu,
- no quiso aprender de poderosos chamanes,
- no deseó conocer ritos ni embrujos.
Se encaminó a lo alto de las montañas donde escuchó a las nubes, a las estrellas, al trueno y a la lluvia, se adentró en las aguas y escuchó al río y al torrente, al arroyo y a la charca, buscó las palabras de la tierra y escuchó simas y cuevas, morrenas y barrancos.
Cuando, finalmente, supo comprender al cielo, al agua y a la tierra, volvió a su tribu para escuchar:
- el ansia de la joven,
- el dolor del anciano,
- el temor de la madre,
- el miedo del niño.
No dijo nada, apretó sus manos, abrazó sus cuerpos para que su naturaleza les hablara de alma a corazón.
Juan Andréu