Acoso escolar o bullying

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Hoy he visto un vídeo en ese formato cuadrado de Facebook tan atractivo. En él se afirmaba que el 60% de alumnos sufre acoso escolar. Como ciudadano, padre “medio”, que soy, puedo interpretar (pido perdón por adelantado por lo cínico de mi interpretación) que en un colegio de 650 niños, hay 260 niños acosando a 390. Imagino que harán turnos porque si no, es imposible.

¿Cómo se puede tomar tan a la ligera algo tan grave?

Lo siguiente que he hecho, después de ver el vídeo, ha sido intentar situar a mi hijo en uno de los 2 porcentajes y me ha gustado menos aún el resultado, ya que no deseo para él ninguno de los 2 papeles. Ni quiero que lo acosen, ni quiero que sea acosador.

Finalmente he pensado lo expuestas y manipulables que están nuestras cabezas cuando los medios o las redes dejan de tratar los temas importantes con la seriedad que merecen, y procuran regodearse en lo escatológico, lo sensacionalista, lo “malo”…; que parece que es lo que gusta.

No merecemos esto, merecemos un tratamiento informado, conciliador, realista… no podemos creer lo que un porcentaje dice, con independencia de su origen (“… es que lo he visto en internet…”) y que según mi opinión, sitúe a mi hijo en el bando de “los buenos” o de “los malos”.

Tampoco se merecen esto las familias que de verdad han sufrido un caso de bullying. Los niños que lo han sufrido no son uno más, ni forman parte de una mayoría que al final, en matemáticas suele confundirse con “lo normal”.

El Acoso es una realidad; es un hecho que puede hacer que la vida de la víctima se vea tan alterada que llegue incluso a acabarse. Es tan importante como para que la OMS o la UNESCO lo defina y delimite qué es, y nos indiquen que:

  1. Conlleva una diferencia de poder entre acosado y acosador.
  2. Es un hecho que se prolonga en el tiempo.
  3. Puede ser violencia física, verbal…
  4. Suele haber un líder que organiza a los demás.
  5. Se pretende incomunicar e incapacitar al acosado (por lo que una de las características esenciales es que el acoso no se ve con facilidad).

Estos ítems los puede encontrar cualquiera usando un navegador y un buscador de internet, pero también podemos reflexionar acerca de lo que no es, ya que parece que estos otros rasgos no han sido considerados importantes.

6. No toda violencia es acoso: desgraciadamente en los colegios y en cualquier esfera de la vida encontramos violencia puntual y no tiene nada que ver con el acoso.

  1. No es menospreciar, insultar, hablar desconsideradamente, o excluir a alguien: lamentablemente también lo encontramos (e incluso en alguna familia se promueve diciéndole a su hijo: no te juntes con aquel).
  2. No es rechazar ser amigo o amiga de alguien: ¿No elegimos los adultos con quién relacionarnos según nuestros deseos, apetencias, gustos…?
  3. No es un pelea puntual: Hay peleas que duran más de un día.
  4. No es la inapetencia del niño por ir al colegio. “Escoja Usted: en la puerta A podrásquedarte en casa con tu wifi, tus dibus, tus papis, tu sofá…; en la puerta B, te vas a trabajar todo el día.”
    Pero estos puntos de identificación de una situación de acoso no deben ser

considerados un credo inamovible y será necesario un adecuado contraste con los adultos que trabajan con los alumnos implicados en un posible caso de acoso.

En los colegios existen protocolos de detección e intervención en caso de bullying, pruebas diagnósticas, formas de hacer las cosas que todas las familias debemos conocer antes de lanzar cualquier valoración. Sin embargo no todo van a ser flores para los colegios, si algo se puede mejorar hay que decirlo, y pienso que un equipo externo a los centros escolares, con una formación adecuada y desde la Administración, debe validar los protocolos de actuación e investigar cualquier posible caso de bullying.

Una última pero muy importante reflexión: Aunque estos no son del gusto de los medios de comunicación ya que no suelen divulgarlos, afortunadamente mi trabajo me permite presenciar entre los alumnos muchos más gestos solidarios, de amistad, de compañerismo y de cariño en los centros educativos, que peleas, desprecios o imágenes desagradables que interpretamos erróneamente como “lo normal”. Veo a muchos más, a muchísimos más alumnos compartiendo su almuerzo, queriendo acompañar al que parece que tiene unas décimas de fiebre, hablando de un libro o de lo poderoso que es Lobezno, (o Pikachu, o Las Supernenas o su última carta legendaria de Clash Royale…), atando los cordones a otro compañero, regalándose dibujos, haciendo hueco para que otro se siente en el bordillo, ayudándose tras una caída, pidiendo disculpas por un fortuito empujón, arreglando un conflicto dialogando, riendo, jugando, corriendo libres de la mirada de esos indiscretos adultos que buscamos lo que otros adultos, más indiscretos aún que nosotros, nos han dicho que debemos encontrar en nuestros hijos y en nuestros colegios porque lo dice un porcentaje.

David Valentín Puertas de la Plaza. Licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación. Especialidad Pedagogía. Diplomado en Magisterio: Ciencias, Pedagogía Terapéutica.

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